Cuando una tienda se cierra, algo se muere en el alma

Los cierres más recientes han sido los de: Calzados Fonso, Principado Auto; Covirán, Cafetería La Ovetense, Confecciones Sarita, Ferretería Allende, Mesón El Bodegón y El Armario. Y después de nuestros propios negocios (Eduardo Marina y Almacén de Calzados “Centrifal”), uno de los cierres que más he sentido, ha sido el recientísimo de Calzados Fonso, que al fin y al cabo fueron los continuadores de nuestro Centrifal, cuando además de la tienda, también vendían calzado al por mayor. Y es lo cierto que un comercio a lo largo de su vida genera toda suerte de relaciones con las personas, hasta el punto de que no solamente surge la de vendedor-comprador, sino también la de comerciante amigo-cliente amigo. Sin darnos cuenta, cuando somos asiduos de este tipo de establecimientos, acabamos considerándonos como “de casa”, es decir mas que clientes, amigos. No se puede olvidar, el importante servicio que estas actividades comerciales/industriales prestan a sus clientes y amigos, supliendo todas nuestras necesidades, manteniendo una importante inversión, para que puedan ser atendidas cualquier tipo de demanda de mercancía propia del giro de cada uno, eso si a cambio del pago de un precio que permite a su vez al comerciante atender las obligaciones con sus proveedores y satisfacer las necesidades de la propia familia.
Además de que el pequeño comercio, marca la personalidad de una población, animando las oscuras noches de invierno con sus escaparates y rótulos luminoso; contribuyendo a la creación de puestos de trabajo; aportando al acervo colectivo la riqueza que supone su residencia entre nosotros; aportando sus impuestos al municipio; contribuyendo con sus anuncios a mantener un periódico local; siendo al fin y al cabo los financiadores de la mayor parte de la fiestas del concejo y de la villa, y un largo etcétera.
Pero es lo cierto que han sido en los últimos años, muchísimos los negocios que han cerrado sus puertas en nuestra villa. Comercios e industriales tan emblemáticos como Muebles Joca, La Gran Vía, Andrés Blanco (Tienda), Las dos Erres, Casa Vallejo, Trasportes Campanas y Ezequiel Menéndez, Rogelio Lavandera, Bar la Paloma, Bar La Esquina, Foto Ángel Criado, Sastrería Carballeira/Mercería Cueto, Restaurante Capitol, José Manuel Fresno, Mercería Fresno, Droguería Jesús, Piensos Cocheso, Sastrería Jesús, La Moda, Garaje y Repuestos Sordía, Casa Joglar, Esther Lobeto, Calzados Mangas, Calzados Moncho Valdés, Vda. de Juan Ramón Cardín, Librería Tamargo, José Ramón Cuevas, Sastrería Herminio, Modas de Punto Coal, Sidrería El Puente, Zapatería El Formigu, Casa Cueto, Bar El Portalón, Casa María Valerio, Sastrería Herminio, Bar Asturias, Panadería Tamargo, Bar El Furacu, Radio-Luz, Radio Piloña, Manuel Gómez, Muebles Joca, Casa Cepeda, Jesús Crespo, Peluquería Toni, Foto Fresno, Piensos Melendi, Peluquería Ramón Rodríguez, Peluquería Sordía, Mercería Gerarda Galán, Calzados Castro, Coto 24, Casa La Viuda, Autoservicio Eva, Café Colón, Relojería José, Restaurante La Palmera, Bar Piloñés, Café Español, Café La Nueva España, Bar La Reforma, Bar La Robla, Zapaterías: Riestra, Jerónimo Zarabozo, Antonio de la Fuente, Julio Rodríguez, Celedonio Escandón, Jesús Peruyero, Tino Aladro, Bernardo Peri, Café Malecón, Bar Barbatechu, Remigio Bermejo, Bar Piloñés. Maria el Mieu, Piensos Rafael Álvarez, Creka, El Arnario, Maderas Lueje, Bar Estrada, Juan R. Sanfeliz, Bodas La Palmera, Revoltijo, Eduardo Marina, Bar Covadonga, Casa Don Santos y Bar Rialto. También el gremio de los almacenes han sufrido una drástica poda, de tal modo y manera que podemos contabilizar las siguientes bajas: Suc. De Jose María de la Vega, Pedro Cepeda, Sucesores Francisco Cardin (sección de coloniales y ferretería), Ferretería Allende y Centrifal-Calzados. También han dejado de aromatizar el ambiente con sus apetitosos olores y deleitar el paladar con sus gratificantes sabores: Chocolates Joglar, El Currutaco y Jesús Crespo y antes de la guerra, El Auseva. También echamos de menos la fábrica de dulce de D. Servando Sánchez Isla y de D. Manuel Sánchez Carriedo.
Me gustaría relacionar a continuación los numerosos comercios-bares que también han cerrado sus puertas en nuestro pueblos y aldeas, ahogados por los impuestos, condenados por la despoblación rural o por falta de relevo generacional, pero como no voy a ser capaz de acordarme de todos, para no herir a los olvidados, quiero simplemente tener un cariñoso recuerdo para tantos comerciantes, que han prestado un verdadero servicio social en sus respetivas aldeas, en donde eran en muchas ocasiones el único teléfono y la única televisión del pueblo, el lugar de encuentro de todos los vecinos, el punto de referencia para los avisos al veterinario, el comercio de cabecera en el que se pagaba cuando se podía, y que para más mérito, llegó un tiempo en el que simplemente atendían los “olvidos”. Yo siempre fui partidario de que este tipo de establecimientos, hubieran estado exentos de impuestos, ya que la mayor parte mas que un negocio eran un servicio al público.
Pero aunque resulte triste y difícil de asumir, el mundo comercial no puede quedar al margen de la inexorable ley de vida, que es así de dura: unos nacen y otros mueren y con ello se fortalece con sabia nueva todo tipo de actividad humana. Y para cubrir las vacantes de los más de 80 establecimientos comerciales o industriales desaparecidos en los últimos años de nuestra villa, han aflorado al panorama comercial otros muchos nuevos comerciantes, que por tratarse de personas jóvenes y emprendedoras han tomado el testigo de mantener en alto el prestigio comercial que siempre tuvo Infiesto, incluso atreviéndose a la ardua tarea de organizar eventos como la Feria de Muestras de Piloña.
Pero no obstante termino con el titulo de este comentario: “cuando un comercio se cierra, algo se muere en el alma”.

FE DE OLVIDOS: Pidiendo perdón por el macro-lapsus sufrido en la primera entrega de este articulo, publicada el mes pasado en La Crónica de Piloña, relaciono a continuación los que mi frágil memoria me ha permitido recuperar, lo que no quita que siga faltando alguno: Bares: Vega, Casa Julio, Marina y La Puñalada; Alimentación: Oscar Lobeto; Supermercado Omar, Ángel Vena, Golosinas Juanito “El Burgalés”, Carnicerías: Elena Álvarez, Jesús Sevares (hijo), Mary Sevares, Pepe Luis Corte, San Pedro, Loygar Decoraciones, Sastrería Garló, Recreativos Triana, Almacén de Vinos y Llagar Rafael Noriega, Mercería Amor, Librería Quesada, Garaje Gilberto Espina, Talleres de Carros López y José Antonio Sánchez, Fabricas de Quesos Adolfo del Valle (“Madelva”) y José Antonio Sánchez (“La Gruta”).
Entre los 98 de la primera entrega y los 24 de la presente, totalizan nada menos que 122 negocios que han supuesto ilusión, trabajo, sudor y lágrimas de muchísimas familias -entre dueños y empleados-que han dejado su impronta en el tejido empresarial y laboral de Infiesto. ¡Gracias a todos!

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